domingo, septiembre 25, 2022

Libros y vida y Adiós

        Tuve la suerte de vivir unos años en París. En el taller de escritura en el que unos amigos afilábamos nuestras letras, tenía un ejemplar de la Biblioteca Cervantes de “Literatura y Fantasma”.

En una de las épocas en que más difruté y empecé a quererme más, Javier me acompañó. Leyéndolo, me enteré de que vivió en París con su tío Jess Franco. Lo que no sabía es que lo hizo en una calle junto a nuestras reuniones de escritura.

En la sede de entonces de la UNED en París, colaboraba un sacerdote de apellido Chueca, buen conversador. Le dije que estaba leyendo el libro de Marías, y que hablaba del crucero cultural republicando en el que viajó Julián Marías, en compañía de otros apellidos, más adelante conocidos. Le dije al afabilísimo sacerdote que unos de esos apellidos era Chueca. Y pregunté. El hombre desveló su sentimiento: “ahora me emociona usted mucho”, me dijo; “me está hablando usted de mi hermano”.

Me quedé con las ganas de contar ese hecho a Javier.

        Más "casualidades": trabajé varios años en Madrid, a unos metros de la calle donde nació Javier: calle Covarrubias.

        Siempre que me he encontrado con Javier, he estado un poco temeroso de molestarle, tal vez por esa idea equivocada que se nos quedaba a muchos lectores tras varias de sus columnas indignadas. Un sesgo admirativo perdonable.

         Siempre fue exquisito en los modales.

        Durante décadas, he leído religiosamente tres columnas dominicales: Pérez-Reverte, de Prada y Marías, con pequeñas variantes en el tiempo. La mirada de cada lector es única. No sé cómo habrán acompañado las melodías literarias (yo las llamaría a sí) de Marías, en la vida, en el crecimiento, en las preguntas, en los sentimientos de lo otros.

         Ha sido para mí la música de un pensamiento acogedor, lento, pausado, ligero, musical. Lo he vivido como el de un familiar cercano, veinte años mayor que yo, cuya palabra era, siempre, un estímulo intelectual y del sentimiento: nuevas puertas, confirmaciones insospechadas, pinceladas, miradas, atisbos, reflexiones, músicas… ante los que siento un profundo agradecimiento.

         Tu rostro mañana me acompañó con fruición. Lo disfruté muchísimo. Caminó conmigo en varias vidas parisinas.

         Su ficción no lo parece. Su no ficción, sí.

Como la vida… de la que él, con tanto acierto, dijo que era muy mala novelista. Tanto, Javier, que no me gusta nada ese final.

 

No hay comentarios: